La Tierra está congelada. Envuelta en una era de hielo moderna. Los gobiernos del mundo idearon un plan para salvar a la humanidad que consistía en meter a todos dentro del metaverso. Lo llamaron “La Transición de Paradigma”. Los primeros diez mil voluntarios, listos para pavimentar el camino, eran llamados CyberBrokers. Todo salió mal. Dos siglos después, una autocomplaciente raza humana está lidiando con un gran avivamiento.
Esta es la historia de El Paradigma Perdido.
ALL RECORDS ARE THE PROPERTY OF TPP AND MUST REMAIN WITHIN THE CORE UNDER STRICT OBSERVATION UNLESS SPECIFICALLY AUTHORIZED. REMOVAL OF RECORDS ARE A CLASS 12 OFFENCE AND PUNISHABLE BY SALARY REDUCTION, DEMOTION, AND TERMINATION.
Tras recoger la llave Hubur, Soleia se encuentra frente a frente con sus recuerdos perdidos, incapaz de dejar ir el terrible miedo que le provocan. Mientras reflexiona acerca de la carga de tener escondida su angustia todo este tiempo, se apresura hacia el punto de reunión. Pero un sospechoso embotellamiento de aerocoches resulta ser un ardid para capturarla. Pensando rápido y realizando unas audaces acrobacias a través del tráfico aéreo de Era Novum, Soleia logra escapar. Eventualmente encuentra el camino hacia un garage de mecas, donde Spice y Zinc la esperan, ansiosos por decidir qué hacer a continuación.
“Su nombre es Ken. Unironic Ken.”
Spice proyectó un holograma de un Leftover sobre ellos. Se movía con una breve animación, Ken haciendo una cara y apuntando con el dedo como si fuera una pistola, una y otra vez.
Soleia intentó ignorar la extraña sensación de sus sensores táctiles. Aquí estaba viendo a alguien pasar exactamente por lo mismo, alguien que entendería las cosas que incluso ella no podía explicarse a sí misma. Alguien que entendería las profundidades de su miedo.
Vio algo en la manera en que solía ser sus ojos, en su sonrisa agradable. Se veía tan abierto y directo. Como un tipo con nada qué esconder. “Se ve… agradable.” Uniroinc. Se preguntó si podría continuar sonriendo así, cuando – y si es que lo logran – lo rescataran. Hacía que sólo verlo se sintiera extrañamente familiar, una extraña intimidad. Soleia volteó la mirada, fingiendo concentrarse en morder de nueva su rebanada de pizza.
“Sí. Lo es,” Spice dijo, con tristeza coloreando sus palabras.
Estaban sentados alrededor de las mesas de trabajo en la esquina del taller de mecas, Soleia sobre una vieja silla reclinable, Spice sobre un diván frente a una mesa para el café. Cajas y gabinetes, llenos de partes de repuesto y herramientas para mantenimiento, las rodeaban. Sobre el escritorio había un terminal grande, Zinc sentado frente al teclado, frunciendo el ceño frente a la pantalla gigante al buscar información. Se había olvidado ya de la pizza de Satoshi que habían ordenado, una caja abierta de pizza y químicos estaban desparramados entre el desorden alrededor de él.
Soleia había dado una vuelta por el garaje poco después de su llegada.
Sobre los ciclos empleados en mejorar y optimizar su meca, Spice había transformado esta esquina de su garage en un pequeño espacio cómodo. Les explicó que le ayudó a ahorrar al no tener que rentar un departamento. Posters de bandas y películas cubrían las paredes. Había guardado todo lo que se había encontrado, y recolectado, en sus viajes por el Paradigma. El giratorio trofeo de holograma azul que había ganado en una carrera no oficial de mecas se encontraba sobre unos circuitos encima de una repisa. Un gabinete de Arcade que Ken le había dado corría la demostración, proyectando coloridas luces bailarinas contra la penumbra.
Después de terminar su tour alrededor del garage de vuelta en su silla, Spice le explicó acerca de una linda alfombra que recogió en un viaje a Chroma, donde había rastreado a un Smuggler por días, Soleia creyó reconocerla. El lugar era un desastre, pero el garage era tan grande que parecía insignificante.
Además, a Spice aparentemente le gustaba así. “Mi habitación-ataúd en el recinto es tan pequeño, y tengo tan poco, que tanto desorden se siente como un lujo.”
Soleia se apoyó sobre la silla reclinable, con los pies sobre una bocina. En el estéreo sonaba una melodía, interrumpida por un DJ conversando. Cuando dejó de ver su rebanada de pizza, Spice ya había quitado la imagen de Ken. Sobre el diván en el que estaba sentada Spice, Soleia veía como Juicio se erigía imponente en la oscuridad, tan firme y grande que se veía hasta orgulloso.
“¿Así que ShaDAO lo capturó?” preguntó.
“Estaba intentando salvarme,” dijo Zinc, sin dejar de ver la pantalla.
“Un héroe de verdad,” dijo Soleia, sonando sarcástica sin querer.
“Ken siempre pone a los demás antes que él,” dijo Spice. “Las protestas fueron su idea, más que nada. Cuando se enteró de que los brokers eran IA, se lo tomó muy mal. Que le mintieran de esa manera.”
“¿Es por eso que se lo llevaron?”
Spice sacudió la cabeza. “Bueno, al principio fueron por mí. Tenían un dispositivo que le impedía a todo mi recinto conectarse de vuelta a EPA. Cuando Zinc y Ken deshabilitaron el dispositivo, lo capturaron. No creo que sea una de sus personas favoritas, considerando que lidereó muchas de las protestas.
“¿Por qué le habrían de importar las protestas a ShaDAO?”
“Están planeando algo,” explicó Spice. “De acuerdo al Moderador – el mismo que nos puso en contacto contigo – están cerca de un control del 51% del Paradigma. Cuando Zinc y Ken se infiltraron a una de sus instalaciones, se encontraron con que ShaDAO estaba juntando suficientes mecas como para formar un ejército. Mi mejor suposición es que los usarán muy pronto, pero las protestas los detuvieron.”
Soleia tenía muchas preguntas. Todos esos ciclos y de repente tenía el nombre de las personas que la habían secuestrado. Pero esas preguntas seguían siendo incómodas como para pensar en ellas, y seguía temiendo a las respuestas.
“¡Astarot!” Zinc golpeó tan fuerte la mano sobre la mesa de trabajo que las herramientas y las botellas sonaron como un instrumento percusivo muy complicado. Volteó la silla contra la pared, su rostro se torcía con náusea. “Pensarías que en EPA no hay secretos, pero no puedo encontrar nada, sin importar lo que sea. Recuerdos perdidos, regiones heladas, para lo que sirve la llave Hubur – no puedo encontrar nada útil acerca de ella.
“¿No es ese el propósito de ShaDAO?” Preguntó Soleia. “¿Mantener las cosas en secreto?”
Spice se tocaba la barbilla con un dedo. “Tal vez necesitamos ayuda. ¿Un MetaExplorador? ¿Un Astrónomo? ¿Un Hacker o un Minero, quizás?”
Zinc finalmente tomó otra rebanada de pizza mientras los tres se quedaron en silencio de nuevo. El ruido del DJ se disipó hasta volverse una lenta melodía que asemejaba su ánimo. Mordía lentamente, viendo fijamente la alfombra, como hipnotizado por el patrón sobre ella.
“Un lugar helado…” Se susurró a sí mismo las palabras como si fueran un hechizo.
Soleia aventó la la corteza en la caja abierta sobre la mesa para el café y juntó las manos fuertemente. Estiró el brazo a un costado de la silla reclinable y tomó su botella HP Restore, bebiéndola con un popote. Quería cambiar de tema antes de que la bombardearan con preguntas acerca de sus recuerdos.
“Sabes, nunca había tenido una amiga Drifter – digo, no una muy cercana,” dijo.
Spice rió ligeramente. “No somos tan diferentes a ustedes.”
“No lo creo”, Soleia contestó. “Quiero decir, sólo estás aquí la mitad del tiempo. Y no tengo ni idea de lo que la mayoría de ustedes hacen allá afuera.”
Zinc interrumpió su concentración y volteó hacia Soleia con una mirada sospechosa.
Hablar de la vida que los Drifters llevaban por fuera era considerado tabú, puesto que la mayoría de ellos entraba al Paradigma para olvidarse de ella. Ciertamente, nadie hablaba de ello tan tajante y casualmente como Soleia lo hacía. Afortunadamente para ella, Spice no pareció molestarse.
“No hay mucho qué decir, honestamente. No es tan interesante.” Spice dijo, sonriendo ligeramente hacia Zinc, como diciéndole que no le molestaba la pregunta. “Te levantas, vas a la cafetería para recoger tres tipos diferentes de bazofia sin sabor, haces tus tareas, vuelves a la cafetería, y luego si tienes tiempo libre, te conectas a EPA. Eso es todo. Creo que la razón por la cual a algunos Drifters no les gusta hablar de ello –sin contar las preocupaciones acerca de la seguridad– es por lo aburrido que termina escuchándose.
“Vamos,” dijo Soleia, todavía intentando desviar la atención de sí misma, “no puede ser tan malo. Tienes todas esas personas con las cuales conversar y hacer cosas juntos.”
“¿Conversar de qué?” Respondió Spice. Zinc ahora estaba atento de cada palabra, olvidándose de la molesta curiosidad de Soleia reemplazada por la suya. “Todos crecimos juntos, viendo las mismas paredes, haciendo las mismas cosas, con privacidad casi nula.” Spice dejó de reír por un momento. “No es como todos en el recinto viven vidas interesantes y diversas. Al contrario, hablar con los demás te hace darte cuenta de lo aburrida que es la vida fuera de EPA.”
“Vaya,” murmuró Zinc, sacudiendo la cabeza.
Spice se encogió de hombros.
“De hecho, la única cosa de la que hablamos es de lo que hacemos en el Paradigma. Es como si fuera la única manera de crecer o volvernos plenos. Si sabes a lo que me refiero.”
Otra larga y pesada pausa llenó el espacio entre ellos. Zinc parecía querer preguntar algo más, pero tenía miedo de en realidad hacerlo.
“No puede ser tan malo,” dijo Soleia.
Spice se rió de nuevo, pero esta vez la risa sonó vacía y forzada, mezclada con un trasfondo de tristeza y fatiga.
“Creo que no entiendes qué tan malo se puede volver.” Spice se levantó del diván y se inclinó hacia enfrente, como si estuviera a punto de revelar un secreto bien guardado. “Imagínate una celda del tamaño de esta alfombra. El espacio justo para una cama sencilla, un equipo EPA, y un locker que puede guardar tres atuendos. Sin ventanas. Aire húmedo y caliente. Les llamamos ataúdes porque apenas si califican como habitaciones. Y pasar tu tiempo ahí se siente como si ya estuvieras muerta.”
“Pero puedes ir fuera, ¿cierto?” Zinc preguntó.
Spice volteó a verlo. “Eso es aún peor. Está tan helado que dejas de sentir todo menos el entumecimiento y el dolor. Cada paso es agotador. Ningún tactiler sería tan cruel como para darte la sensación de estar cansada, congelada, desesperada, y perdida tan intensamente como lo es estar ahí. Y tenemos que llevar varas de señalamiento, porque apenas si puedes ver unos cuantos pasos delante de ti. Se siente más como… como ahogarse en vez de estar afuera. Y luego- “
“¡Agh!” gritó Soleia, soltando la botella, rompiéndose sobre el piso antes de retorcerse, con ambas manos sujetando su cabeza fuertemente por los lados mientras se caía de la silla. Se desplomó sobre la bocina, y luego rodó y se retorció sobre el suelo. Sus dedos rascaban su cabeza mientras continuaban los gritos resonando contra las vastas paredes del garage.
“¡Soleia!” Zinc y Spice corrieron a su lado.
Sintió cómo Spice puso una mano para calmarla, tratando de girar la cara de la Smuggler, pero el dolor era arrollador y ninguno de sus amigos podía observarla bien.
“¿Qué le está pasando?” Zinc gritó contra los quejidos de Soleia.
“¡No-No lo sé!”
Se sentaron junto a ella hasta que los gritos cesaron.
“Soleia…” Spice dijo suavemente, poniéndole una mano sobre el cuello de manera delicada.
Hubo unos cuantos momentos tensos de silencio antes de que la Smuggler se moviera. Spice dejó salir un suspiro de alivio.
Lentamente, Soleia pudo levantarse, su cara contorsionada en una expresión de intenso dolor. Su cabeza todavía en sus manos, mantuvo los ojos cerrados, sus respiros rápidos y superficiales. Trató de hablar, pero ahora las palabras salían entre difíciles susurros entrecortados.
Spice y Zinc se acercaron para escucharla bien.
“Recuerdo… recuerdo el lugar… en el que estaba… sé a dónde debemos ir… Cold Storage.”